Siempre se me dio bien escuchar a los demás.
Empatizar con lo que no decían.
Hacer las preguntas que los hacían pensar.
Desde pequeño, tenía ese “algo” para ver lo que otros no podían ver en sí mismos.
Pero durante mucho tiempo, no lo supe usar conmigo.
Hasta que un día, la vida me obligó a mirar hacia dentro…
y no me gustó lo que vi.
Durante la pandemia, caí en una tormenta emocional.
No fue repentina. Fue el resultado de años sosteniendo una vida que no era mía.
Vivía para demostrar.
Buscaba la aprobación de mis padres.
Me autoexigía hasta romperme por dentro.
Luchaba con ansiedad cada día.
Me dolía hasta respirar.
Lo peor era la vergüenza al mirarme al espejo.
No porque estuviera roto…
Sino porque sabía que estaba traicionando al hombre que podía ser.
Un día me dije:
“Hasta aquí. Ya basta. Ya me cansé.”
Ese fue mi punto de ruptura.
Ya no quería seguir fingiendo.
Quería despertar.
Rompí con todo: creencias, hábitos, patrones, expectativas.
Y descubrí lo más duro:
No estaba viviendo mi vida. Estaba viviendo la que otros esperaban de mí.
Y ahí nació el fuego.
Ahí nació el MÉTODO SIGMA.
Un sistema diseñado no para motivarte…
sino para romperte por dentro de la forma correcta
y reconstruirte desde tu identidad real.
El coaching me devolvió lo que había perdido:
Claridad. Presencia. Dirección. Poder.
No soy coach porque estudié coaching.
Soy coach porque viví una tormenta emocional y encontré la salida.
Y ahora guío a otros a atravesar esa misma tormenta o caos interno.
No desde la teoría.
Desde la experiencia real.
Trabajo con los que están hartos de fingir.
Con los que sienten que algo se ha roto dentro,
y no saben cómo volver a sí mismos.
Con los que ya no pueden seguir igual.
Si tú también te miras al espejo
y no te reconoces…
No es el final.
Es tu punto de ruptura.
Y desde ahí, empezamos.