La manera en la que nos relacionamos con los demás, nos da información significativa acerca de nosotros mismos: es fácil entrever nuestras carencias, necesidades, debilidades y miedos después de reflexionar los razonamientos que se aportan a continuación.

Observar cómo nos comportamos, descubrir el porqué,  reconocer en qué punto estamos  y pasar a la acción con una intención firme son pasos obligados si queremos interactuar de manera auténtica y favorable para todos.

¿Qué entendemos por “patrón de interacción»?

Cuando se habla de patrón de relación o interacción se refiere a esas formas repetitivas en las que las personas se comunican o se relacionan entre sí, normalmente de manera automática o inconsciente. 

Estos patrones son comportamientos, respuestas emocionales y actitudes que se establecen dentro de una relación y que tienden a repetirse cada vez que se interactúa en una situación similar. 

Los patrones de interacción pueden ser positivos, negativos, saludables o disfuncionales, dependiendo de cómo impactan a las personas involucradas.

Ejemplos de patrones de interacción

1. Patrones saludables:

  • Comunicación abierta: Las personas se sienten cómodas compartiendo sus pensamientos, emociones y necesidades, y tienen una escucha activa y respetuosa.
  • Apoyo mutuo: Cada persona ofrece y recibe apoyo emocional de manera equilibrada, sin manipulación ni expectativas poco realistas.
  • Resolución de conflictos positiva: En lugar de evitar o empeorar los conflictos, las personas en la relación intentan resolver los desacuerdos de manera constructiva.

2. Patrones disfuncionales:

  • Comunicación defensiva: Cuando una persona siente que siempre tiene que defenderse, responder con evasivas o justificar todo lo que hace, lo cual genera malentendidos.
  • Dependencia emocional: Una persona se siente incapaz de tomar decisiones o actuar sin la constante validación de la otra, lo que puede generar una dinámica desequilibrada.
  • Evitar el conflicto: En lugar de hablar de los problemas, las personas optan por ignorarlos o reprimirlos, lo cual puede generar frustración a largo plazo.

En el contexto de la terapia familiar o de pareja, los terapeutas trabajan a menudo con estos patrones para ayudar a las personas a identificarlos y modificarlos. La idea es que, al comprender cómo se interactúa de manera repetitiva, se pueden introducir cambios conscientes que lleven a relaciones más sanas.

El triángulo dramático de Karpman

El Triángulo Dramático de Karpman es un modelo psicológico que describe un patrón de interacción en relaciones conflictivas. Fue creado por el psiquiatra Stephen Karpman en 1968 y muestra cómo las personas en situaciones difíciles tienden a asumir roles específicos que mantienen y perpetúan el conflicto. 

Los tres roles principales en este triángulo son:

  1. La víctima: Esta persona se siente impotente, atrapada, y suele ver el mundo de forma pesimista, creyendo que no tiene control sobre lo que le sucede. Se siente incapaz de resolver el problema y, a menudo, busca compasión o apoyo de los demás.
  2. El perseguidor: Este rol está asociado a la crítica, el control y la dominación. La persona en este rol puede atacar, culpar o ser excesivamente exigente con la víctima. A menudo, la persona en este papel siente que está corrigiendo o imponiendo disciplina, pero puede ser muy agresiva o controladora.
  3. El salvador: Este rol se caracteriza por alguien que intenta «rescatar» a la víctima, a menudo de manera bien intencionada. El salvador se siente responsable de ayudar a la víctima y, aunque su intención es buena, puede sobreproteger o intervenir demasiado, lo que perpetúa la dinámica y no permite que la víctima se responsabilice de su propio bienestar.

¿Cómo funciona el triángulo de Karpman?

Lo más interesante de todo esto es ver que no usamos el mismo rol con todas las personas ni situaciones, es cambiante.  El triángulo se mantiene porque las personas involucradas a menudo intercambian roles. Por ejemplo:

  • La víctima puede convertirse en perseguidor si se siente rechazada o atacada, o puede esperar que el salvador la ayude sin asumir responsabilidad por su propia situación.
  • El salvador puede sentirse frustrado o agotado y pasar al rol de víctima si no recibe el agradecimiento o la cooperación que espera.
  • El perseguidor puede terminar asumiendo el rol de salvador si ve que su comportamiento de crítica no está funcionando y quiere reparar la relación.

Este patrón crea un ciclo de drama y conflicto que es difícil de romper sin conciencia y trabajo personal. 

El objetivo de salir del triángulo dramático es tomar conciencia de estos roles y fomentar una comunicación más saludable, donde las personas se responsabilicen de sus emociones y reacciones sin caer en estos patrones disfuncionales.

¿Cómo se crean los patrones de interacción?

Los patrones de interacción suelen formarse con el tiempo, a medida que las personas reaccionan a las necesidades y comportamientos de los demás. Estos patrones pueden venir de experiencias pasadas, como la infancia, y se pueden ver reflejados en el tipo de relaciones que una persona busca o mantiene en la adultez.

Si alguna vez has notado que tiendes a interactuar de una manera similar en todas tus relaciones, es probable que hayas creado un patrón que podría ser útil o contraproducente según el contexto. 

¿Cómo salir de los roles del triángulo de Karpman?

Salir del Triángulo Dramático de Karpman requiere conciencia, responsabilidad personal y cambio de enfoque. Es un proceso que implica reconocer cuándo estamos atrapados en estos roles (víctima, perseguidor o salvador) y empezar a tomar decisiones más saludables para nuestra relación con los demás.

Algunos movimientos  clave para salir del Triángulo Dramático y evitar caer en sus dinámicas son:

1. Reconocer el triángulo

Lo primero es identificar cuándo estamos atrapados en uno de los roles. Si sientes que:

  • Eres la víctima (te sientes impotente, atrapado, culpable o buscas compasión sin tomar acción).
  • Estás persiguiendo (criticando, controlando o atacando).
  • Te comportas como salvador (te sacrificas excesivamente para ayudar a los demás, pero sin que te lo pidan o sin que la otra persona asuma responsabilidad).

Darte cuenta de que estás en ese patrón es el primer paso para cambiarlo.

2. Asumir responsabilidad

Cada uno de los roles en el triángulo mantiene una actitud de falta de responsabilidad:

  • La víctima no toma responsabilidad de su parte en el problema.
  • El perseguidor evade la responsabilidad de su propia frustración.
  • El salvador no permite que la víctima resuelva sus propios problemas.

Salir de este patrón implica asumir que tú eres responsable de tus pensamientos, emociones y acciones. Ningún rol te obliga a reaccionar de una manera determinada; cada uno puede elegir cómo responder ante una situación.

3. Establecer límites claros

Cuando estás atrapado en el triángulo, es común que los límites sean difusos. El salvador puede invadir el espacio de la víctima, el perseguidor puede invadir el espacio emocional de otros, y la víctima puede permitir que su espacio personal sea invadido.

Establecer límites claros y saludables es esencial. Esto implica aprender a decir no cuando es necesario, y comunicar de forma directa lo que necesitas sin sentirte culpable.

  • Si te sientes como víctima, es importante pedir ayuda de manera clara, pero también tomar responsabilidad sobre las decisiones que tomas.
  • Si eres perseguidor, es útil reflexionar sobre tu tono, lo que realmente necesitas de la otra persona y si tu crítica es constructiva o destructiva.
  • Si eres salvador, debes permitir que la otra persona se haga responsable de sus propios problemas y evitar tomar el control de su vida.

4. Transformar los roles en roles saludables

El objetivo es reemplazar los roles disfuncionales con roles más saludables, como los siguientes:

  • De víctima a protagonista: Dejar de ver la vida como algo que te sucede a ti y comenzar a tomar decisiones conscientes para ser protagonista de tu propia historia. La idea es empoderarte, reconocer tus fortalezas y buscar soluciones.
  • De perseguidor a líder/guía: En lugar de atacar o controlar, asume un rol más positivo de guía. Esto significa liderar con ejemplo, ser firme pero respetuoso, y mostrar empatía sin dejar que tus frustraciones controlen la relación.
  • De salvador a facilitador: El salvador puede transformarse en un facilitador, alguien que apoya pero no resuelve los problemas de los demás. En lugar de hacer todo por los demás, puedes ofrecer ayuda, pero siempre invitando a la otra persona a que se haga responsable y busque sus propias soluciones.

5. Fomentar una comunicación más consciente

La clave para salir del triángulo es mantener una comunicación clara y empática. Esto significa escuchar activamente, no hacer suposiciones, y expresar lo que sientes sin culpar o atacar a la otra persona.

Por ejemplo, en lugar de decir: “¡Siempre haces esto y me haces sentir mal!”, podrías decir: “Cuando esto sucede, me siento frustrado porque…”. Esta forma de expresar las emociones sin acusar permite una comunicación más abierta y efectiva.

6. Fomentar la autonomía de los demás

En lugar de rescatar a las personas, es importante apoyarlas para que se responsabilicen de sus vidas. Si estás en el rol de salvador, recuerda que la otra persona tiene sus propios recursos y capacidades para resolver sus problemas. Ayudar sin intervenir demasiado ni crear dependencia emocional puede ser mucho más valioso a largo plazo.

7. Practicar la auto-reflexión

Es crucial que te tomes el tiempo para reflexionar sobre tus propios comportamientos y emociones. Pregúntate por qué te sientes atraído a un rol en particular del triángulo, y qué necesidad personal está siendo satisfecha. A menudo, nuestros patrones de interacción están conectados con creencias o inseguridades más profundas, como el miedo al abandono, la necesidad de validación o la búsqueda de control.

Tomarte tiempo para reflexionar te permitirá identificar patrones y cambiar tu enfoque de manera más efectiva.

Salir del triángulo de Karpman es un proceso gradual y no siempre es fácil, ya que implica un cambio profundo en la forma en que nos relacionamos con los demás. Sin embargo, es un paso fundamental hacia relaciones más saludables, empoderadas y equilibradas.

Preguntas para reflexionar:

¿Hay algún patrón que te llame la atención de las relaciones que has tenido?

¿Te ha pasado alguna vez que te has visto atrapado en alguno de estos roles? 

¿Qué mejora crees que sería la primera a instaurar para mejorar tus relaciones?