En esta ocasión, una maravillosa conjunción de astros nos ha regalado la colaboración de Aitor Solaeche, gran sabio y emergente astrólogo sistémico, con un pronóstico imparable como guía. ¡A tener muy en cuenta!
Él, como su padre, fueron seducidos por el movimiento e información poderosa que nos transmiten los elementos del cosmos. Aprendió desde la cuna esta disciplina, desde niño tuvo curiosidad y entusiasmo por descifrar todos los mensajes significativos que la Astrología dejaba entrever en cada minuto del pasado, presente y futuro. Su calidad profesional, y personal, no nos dejan indiferentes, así que estamos deseando que llegue nuestro cumpleaños para regalarnos una Revolución Solar elaborada por él.
Sabido es que la información es poder, ¿a qué estás esperando para saber más de ti?
Equipo Buddhoom
La Astrología ha sido parte de la humanidad desde que alguien miró al cielo y dijo: “Hmm… creo que Mercurio está en algo raro”. Desde entonces, hemos pasado de interpretar las estrellas para la cosecha y la guerra, a mirar memes sobre el retorno de Saturno y culpar a Mercurio retrógrado de nuestras ex parejas regresando. Pero, ¿qué es realmente la Astrología? ¿Por qué la confundimos con el Tarot? ¿Y en qué momento pasamos de estudiar ciclos cósmicos a leer Horóscopos de revista que nos dicen que encontraremos el amor cuando bajemos a por el pan?
Respira baby porque vamos a viajar por la historia de la Astrología para entender que sí es y que no es.
Un viaje al pasado: orígenes
La Astrología es tan vieja como las civilizaciones mismas. Los primeros en mirar el cielo con seriedad fueron los babilonios, hace más de 4000 años. Ellos notaron que ciertos astros parecían moverse de manera predecible y pensaron: “Si Marte aparece por el horizonte justo antes de una guerra, tal vez haya una conexión”. Y boom, nació la Astrología predictiva.
Los egipcios tomaron esta idea y le dieron su toque místico (ellos eran los reyes de la magia y lo esotérico), y luego los griegos se metieron de lleno, con amigos como Claudio Ptolomeo escribiendo libros que todavía usamos hoy. Fueron los griegos quienes le pusieron nombres a los signos zodiacales que hoy conocemos: Aries, Tauro, Géminis… y sí, todos con su personalidad bien marcada desde tiempos inmemoriales.
Durante la Edad Media, la Astrología y la Astronomía eran lo mismo, hasta que llegó la Ilustración y la ciencia dijo: “Nosotros nos quedamos con los telescopios y las fórmulas, ustedes con los signos y las cartas astrales”. Desde entonces, la Astrología tomó un rumbo más simbólico y psicológico, alejándose de ser considerada una ciencia exacta, pero sin perder su profundidad.
Con la llegada del cristianismo, la Astrología pasó de ser la VIP de la corte a convertirse en la amiga problemática por la cual tenemos un grupo aparte de Whatsapp de la espiritualidad. Durante siglos, los astrólogos eran consultados por reyes, emperadores y generales antes de tomar decisiones cruciales: desde cuándo ir a la guerra hasta si debían casarse con esa princesa del reino vecino o mejor esperar a que Venus estuviera de buen humor. Eran prácticamente los asesores estratégicos del poder, y su influencia era incuestionable.
Pero cuando el Cristianismo se instauró con fuerza, las cosas cambiaron drásticamente. La Astrología, con su conexión con los ciclos cósmicos y la interpretación de los astros, empezó a ser vista como una práctica pagana, y en muchos casos, como algo que desafiaba la omnipotencia de Dios. ¿Cómo era posible que unos simples mortales estuvieran prediciendo el destino cuando solo Dios tenía el control del universo? Así que, en un giro argumental de la historia, los astrólogos pasaron de estar en los palacios a las sombras de la sociedad, tachados de herejes y perseguidos por la Inquisición en los peores momentos de la historia.
Sin embargo, como buena disciplina saturnina (porque la Astrología tiene alma de Saturno, resistente y eterna), no desapareció. En lugar de extinguirse, simplemente se ocultó en círculos más reducidos, transmitiéndose en manuscritos escondidos y en susurros entre aquellos que aún confiaban en su poder. Y, curiosamente, aunque la Iglesia prohibió su práctica abiertamente, hubo Papas, monarcas y políticos que, en secreto, seguían consultando astrólogos para tomar decisiones importantes (porque, seamos realistas, nadie dice que no a una buena lectura astrológica).
De los confines del universo a las revistas: ¿Cómo terminamos con horóscopos de tres líneas?
Los horóscopos de las revistas son como la versión fast-food de la Astrología. En el siglo XX, con la popularidad de la cultura pop y la necesidad de contenido fácil de consumir, y siendo honestos, la necesidad de los astrólogos de poder adaptarse a los tiempos y poder sobrevivir en esta sociedad, alguien pensó: “¿Y si hacemos predicciones generales basadas solo en el Sol?”. Y así nacieron los horóscopos de periódico.
El problema es que esto redujo la Astrología a frases como “Hoy conocerás a alguien especial” o “Cuidado con las traiciones, Escorpio” (como si Escorpio no viviera en estado de alerta permanente). Pero la Astrología real es muchísimo más compleja y profunda que un horóscopo genérico. Es una herramienta de autoconocimiento que usa toda tu Carta Astral, no solo tu signo solar.

Carta Astral, Carta Natal y Revolución Solar: no son lo mismo
Aquí es donde entra la parte técnica, pero te lo explico bonito y sin dolor de cabeza:
1. Carta Astral: Es como tu ADN cósmico. Muestra la posición de los planetas en el momento de tu nacimiento y cómo influyen en tu personalidad y vida. Personalmente, yo lo veo como todos los aspectos de tu psique y cómo se llevan entre ellos, generando así las curvas y aristas de nuestras personalidades y comportamientos y cómo estos a su vez forjan nuestro destino. También es un mapa que muestra todos los dones y herramientas de las que disponemos, los grandes aprendizajes que tenemos pendientes en esta vida y muchas veces revela la información de dónde venimos a nivel de vidas pasadas y ancestros y cómo esta información nos afecta hoy. Vamos, que en definitiva es tu mapa de ruta espiritual y terrenal.
2. Carta Natal: Es lo mismo que la Carta Astral. Sí, es literalmente la misma cosa, solo que a veces la gente le pone nombres distintos para sonar más místico (o para venderte dos sesiones en vez de una, ojo ahí). También te la puedes encontrar bajo los nombres de Mapa Natal, Natividad o Radix.
3. Revolución Solar: Es la actualización anual de tu Carta Natal. Cada año, cuando el Sol vuelve a la misma posición exacta en la que estaba cuando naciste, se genera una nueva carta que indica las oportunidades que se presentarán en tu año para ser consciente de los dones que tienes y tú no estás consciente. Es como tu horóscopo personal, pero con datos precisos y no con “tendrás un día complicado, mejor usa algo de color verde”.
La gran confusión: Astrología vs. Tarot (spoiler: son diferentes)
Aquí es donde muchas almas confundidas creen que Astrología y el Tarot son primos hermanos, pero en realidad son como vecinos que a veces se saludan.
• Astrología: Se basa en cálculos matemáticos, ciclos planetarios y observaciones astronómicas con miles de años de historia. No hay cartas con dibujos de la Muerte o La Torre.
• El Tarot: Es un sistema simbólico basado en 78 cartas que funcionan como un espejo del inconsciente y un método de adivinación intuitiva.
Ambos pueden usarse para el autoconocimiento, pero funcionan de maneras distintas. Es como confundir la Astrología con la Meteorología porque ambas estudian “el clima” (uno cósmico y otro terrestre).

Desmitificando la Astrología: no, no es solo “creer”
Uno de los grandes mitos es que la Astrología es solo cuestión de fe. Pero en realidad es un sistema simbólico basado en la observación de patrones que se han repetido durante siglos.
Ejemplo práctico: Cada vez que Saturno regresa al punto donde estaba cuando naciste (cada 29-30 años), las personas experimentan cambios drásticos en su vida. Puedes creer o no, pero los datos muestran que a los 29, mucha gente atraviesa crisis existenciales, cambios de carrera o matrimonios inesperados. Coincidencia, quizás, sin embargo, cuando miles de casos se repiten con patrones similares, deja de ser casualidad.
Mirando al cielo con una sonrisa
La Astrología no es magia, no es religión y definitivamente no es Tarot. Es una herramienta de autoconocimiento que, cuando se estudia bien, puede ayudarte a comprender mejor quién eres, qué desafíos enfrentas, qué herramientas tienes a tu disposición y cómo navegar tu vida con más consciencia.
Sí, los horóscopos de revista son divertidos (y a veces acertados por pura estadística), pero la Astrología real es mucho más que eso. Así que la próxima vez que alguien te diga “Eso no es ciencia”, simplemente sonríe y responde: “Quizás no, pero dime si tu ex no regresó justo cuando Mercurio estaba retrógrado”.
Y ahí, querido/a lector/a, habrás ganado el debate con gracia.
Aitor Solaeche
Astrólogo
https://torsolaetxe.com o en nuestro directorio.